20.10.18

El modelo rentable de pseudodesarrollo

LAS MINERÍAS Y LAS CENTRALES HIDROELÉCTRICAS PROVOCAN CONFLICTOS DE AGUA EN HONDURAS
                                                    por Daniela Dreissig en ILA n° 418 Sept. 2018
El golpe de Estado en junio de 2009 otorgó a la élite empresarial y a las compañías transnacionales en Honduras tanto el acceso ilimitado a ríos, montañas y bosques como también a los legisladores. Apenas siete semanas después del golpe, el régimen de transición aprobó la Ley General de Agua, que prevé la privatización de los recursos hídricos mediante el otorgamiento de concesiones a empresas privadas. En el año 2010 se otorgaron numerosas concesiones para centrales hidroeléctricas y proyectos mineros que tienen un plazo de 20 a 25 años,  pueden ampliarse por hasta 50 años y pueden revenderse a otros compradores interesados. 

Según Elisa Paz, presidenta de la Asociación Hondureña de Energía Renovable (AHER), actualmente hay 41 proyectos hidroeléctricos que generan alrededor de 300 megavatios y  la tendencia esta en aumento. Las 7 centrales estatales producen mas de 464 megavatios.
Con los planes de desarrollo nacional (Plan Nacional y Visión de País) pretenden conseguir hasta 2038 que la producción energética total venga de fuentes de energía renovable en un 80%.
Junto a la ley de aguas existen otros 8 reglamentos (como las áreas de protección forestal, energía renovables o agua potable) con las que se pretende regular el uso del agua. Cada área trata de proteger los intereses de su propio sector, sin tener un concepto integral.  También las empresas mineras tienen gran interés en los recursos hídricos. Así en 2013 el Congreso aprobó la nueva Ley de Minería, que, además de la reimplantación de la malsana explotación minera, no impone restricciones al uso del agua. Hasta el momento, se han otorgado unas 300 licencias de exploración y uso para la minería. Un estudio de Greenpeace sobre el consumo de agua de una mina, como ejemplo en Argentina, demuestra que se consumen más de nueve millones de litros por día.

Caminata de la población del sector Pajuiles al lugar de la construcción ilegal "Los Planes" en 2017 Foto: Darwin Alachán
Particularmente atractiva es la construcción de pequeñas centrales hidroeléctricas. Por un lado, las empresas operadoras reciben financiamiento más fácil, por otro lado, están acompañadas por el mito de que los proyectos más pequeños son más amigables con el medio ambiente. Pero eso no justifica la crítica. Como dice Víctor Fernández, abogado del MADJ (Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, MADJ), - "múltiples pequeñas centrales hidroeléctricas destruyen el ecosistema de un río de igual forma que las grandes represas." Además, a la población se le niega el acceso a los ríos. Por lo tanto, está restringiendo del suministro de agua potable y ni siquiera la población es beneficiaria de la electricidad generada, continuó Fernández. La electricidad se usa principalmente los lugares industriales del norte del país y en los proyectos mineros. A nivel regional, los caudalosos ríos hondureños son de gran interés para  Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC). La ruta energética se extiende desde México hasta Panamá y es la sucesora del tan criticado Plan Puebla Panamá. Los gobiernos esperan que esto permita la creación de más zonas de producción.


Muchos proyectos hidroeléctricos en Honduras no están legitimados, en muchas regiones existen conflictos sobre los recursos hídricos desde hace tiempo. La resistencia de las comunidades Lencas a la construcción ilegal de la central hidroeléctrica Agua Zarca en el departamento de Intibucá y el asesinato de la defensora ambientalista indígena Berta Cáceres en 2016, atrajeron la atención internacional. El caso es emblemático entre las muchas disputas relacionadas con el agua que están teniendo lugar en Honduras y en toda América Latina. Como siempre, los asesinos y los que ordenan el asesinato no son condenados. Esta claramente reconocido el involucramiento de empleados de la compañía operadora, tanto de personal militar en activo como de ex-militares, por la influencia de gran capital financiero. El inicio del juicio contra los primeros ocho acusados ​​en septiembre de 2018 deja sus sombras de antemano.

El departamento de Atlántida al norte del país es rico en agua durante todo el año, 73 ríos y arroyos desembocan en el Océano Atlántico después de descender de la “Cordillera Nombre de Dios”. Esto despierta la codicia de empresarios que no necesitan preocuparse por el respeto de los derechos humanos en Honduras. Así como la pequeña central hidroeléctrica en el río Los Planes Mezapa, municipio de Tela,  con una capacidad prevista de 1,5 mega-vatios. Un buen ejemplo de desprecio contra la población local, manipulación de la legislación nacional, las normas ambientales y de derechos humanos.

El empresario hondureño Jason Hawit recibió en 2010 con su compañía Hidroeléctrica Centrales El Progreso (Hidrocep) tanto la concesión como el permiso de explotación por la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE). Un estudio realizado por MADJ en el mismo año informó sobre sobornos a representantes de la comunidad hechos por Hawit, para obtener una aprobación rápida de su proyecto. El río Mezapa es el principal suministro de agua potable  y abastece a unos 20.000 habitantes. En 2016, el entonces alcalde Mario Fuentes del municipio de Tela dio su consentimiento al proyecto sin tomar en cuenta el rechazo de la abrumadora mayoría de los residentes en el cabildo abierto que se realizó. La construcción comenzó con la tala de cientos de árboles que produjó una rápida sedimentación del río aguas abajo. Seguidamente comenzaron a aprecer muchos casos de  diarrea y enfermedades de la piel causadas por bacterias tóxicas. El coordinador de MADJ y el abogado Martín Fernández explica por qué la construcción es ilegal: “En primer lugar, viola la Constitución, porque el agua es un bien público común y no puede ser privatizada, en segundo lugar, se ignoró el fallo judicial para las comunidades afectadas por “Los Planes“ y eso viola la ley comunitaria.”
El equipo de abogados del MADJ interpuso múltiples denuncias. En enero de 2017, el técnico  de la Fiscalía Especial del Medio Ambiente Randy Mejía inspeccionó los daños que la empresa ha provocado en el río. En la noche del mismo día desconocidos dispararon contra su carro, debido a este suceso tuvo que abandonar el país con su familia. En marzo de 2017, pobladores comenzaron un campamento de protesta pacífica en el sector de Pajuiles, que bloqueó el paso de vehículos para la construcción y suministro de la central hidroeléctrica.

A esto siguieron los ataques violentos de los empleados de Hidrocep contra los opositores de la central hidroeléctrica y los desalojos violentos de la policía y el ejército. Para la vigilancia sin permiso del campamento se utilizaron drones. Las buenas relaciones de Hawit con políticos y funcionarios del poder judicial son evidentes, la administración municipal de Tela tiene un trato exclusivo por los intereses del empresario. La fiscalia investigó exclusivamente las denuncias de Hidrocep en contra de manifestantes visibles y fueron criminalizados con demandas judiciales. Al mismo tiempo, no tomaron en cuenta las denuncias interpuestas por el equipo de abogados del MADJ. Los agresores claramente identificados, del ataque violento del 4 de agosto de 2017, donde el abogado Martín Fernández y el activista medioambiental Óscar Martínez resultaron gravemente heridos, siguen en libertad hasta hoy. Además, las fuerzas de seguridad del Estado actúan específicamente para proteger los intereses de Hawit. A principios de mayo de 2018, alrededor de 300 agentes acordonaron la vía de acceso y lo escoltaron junto con su maquinaria hasta el lugar de construcción de la hidroeléctrica.
En un proceso de diálogo, con representantes del Comisionado de Derechos Humanos de la ONU y la Embajada de los Estados Unidos, no se logró la despenalización de las protestas ni parar la construcción del proyecto.

El 3 de mayo 2018 un contingente de policias desalojo violentamente el campamento pacifico. Foto: MADJ
Un triste momento del conflicto fué el asesinato de Geovanny Díaz, un destacado activista del campo de protesta en Pajuiles. Una madrugada en enero de 2018, hombres no identificados con uniforme de policía lo sacaron de su casa a una calle cercana y lo asesinaron con varios disparos. 'The Guardian' informó que este tipo de ejecución pretenden la liquidación selectiva de defensores del medio
ambiente. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos otorgó en febrero de 2018 medidas especiales de protección a las personas de 5 comunidades afectadas, culpando a la construcción de Los Planes por negar el derecho humano al agua. El caso dio un giro a fines de julio de 2018 cuando el Tribunal Administrativo de San Pedro Sula dictaminó que se detuvieran las obras de construcción debido a la contaminación ambiental originada. La administración municipal de Tela no respondió y solo después de establecer un campamento de protesta frente a su edificio empezó a dialogar con los opositores de la central eléctrica. Miembros de la municipalidad accedieron a detener la construcción. El caso esta ahora a la esperas de una respuesta del Corte de Apelaciones de lo Contenciosa Administrativa en Tegucigalpa. El caso todavía no esta cerrado: los daños ambientales son drásticos, se está destruyendo permanentemente el ecosistema, el suministro de agua potable para la población no esta garantizado. Además, la paz social se ve perturbada permanentemente. La división de las comunidades en los oponentes del proyecto en la zona de abajo y los defensores en los tramos superiores del río están generando conflictos que pueden durar décadas.

Un detalle importante es el papel de las empresas y los bancos internacionales. En el caso de la central hidroeléctrica 'Los Planes', resultó que la empresa austriaca 'Geppert Hydropower' suministra las turbinas. Compañías privadas como 'Geppert Hydropower' aprovechan que el sector está en crecimiento para suministrar turbinas y otros equipos. No puede pasarse por alto la similitud con el caso 'Agua Zarca'. Entre otros, el banco de desarrollo holandés FMO y el BCIE proporcionaron fondos, y las turbinas debían ser suministradas por Siemens / Voith-Hydro. Claramente, estos actores internacionales tienen una responsabilidad compartida por las graves violaciones de derechos humanos en Honduras cuando se trata del agua y otros recursos. Queda por verse cómo decidirá el Tribunal de Apelaciones de Tegucigalpa: si la población obtiene el derecho al agua y se detiene a los responsables de la destrucción ambiental o si el modelo rentable de  pseudodesarrollo vuelve a funcionar.