LAS MINERÍAS Y LAS CENTRALES HIDROELÉCTRICAS PROVOCAN
CONFLICTOS DE AGUA EN HONDURAS
El
golpe de Estado en junio de 2009 otorgó a la élite empresarial y a las compañías
transnacionales en Honduras tanto el acceso ilimitado a ríos, montañas y
bosques como también a los legisladores. Apenas siete semanas después del
golpe, el régimen de transición aprobó la Ley General de Agua, que prevé la
privatización de los recursos hídricos mediante el otorgamiento de concesiones
a empresas privadas. En el año 2010 se otorgaron numerosas concesiones para
centrales hidroeléctricas y proyectos mineros que tienen un plazo de 20 a 25
años, pueden ampliarse por hasta 50 años
y pueden revenderse a otros compradores interesados.
Según Elisa Paz, presidenta de la Asociación
Hondureña de Energía Renovable (AHER), actualmente hay 41 proyectos
hidroeléctricos que generan alrededor de 300 megavatios y la tendencia esta en aumento. Las 7 centrales
estatales producen mas de 464 megavatios.
Con los planes de desarrollo nacional (Plan
Nacional y Visión de País) pretenden conseguir hasta 2038 que la producción
energética total venga de fuentes de energía renovable en un 80%.
Junto a la ley de aguas existen otros 8
reglamentos (como las áreas de protección forestal, energía renovables o agua
potable) con las que se pretende regular el uso del agua. Cada área trata de
proteger los intereses de su propio sector, sin tener un concepto
integral. También las empresas mineras
tienen gran interés en los recursos hídricos. Así en 2013 el Congreso aprobó la
nueva Ley de Minería, que, además de la reimplantación de la malsana
explotación minera, no impone restricciones al uso del agua. Hasta el momento,
se han otorgado unas 300 licencias de exploración y uso para la minería. Un
estudio de Greenpeace sobre el consumo de agua de una mina, como ejemplo en
Argentina, demuestra que se consumen más de nueve millones de litros por día.
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Caminata de la población del sector Pajuiles al lugar de la construcción ilegal "Los Planes" en 2017 Foto: Darwin Alachán |
Particularmente atractiva es la construcción de pequeñas centrales
hidroeléctricas. Por un lado, las empresas operadoras reciben financiamiento
más fácil, por otro lado, están acompañadas por el mito de que los proyectos
más pequeños son más amigables con el medio ambiente. Pero eso no justifica la
crítica. Como dice Víctor Fernández, abogado del MADJ (Movimiento Amplio por la
Dignidad y la Justicia, MADJ), - "múltiples pequeñas centrales hidroeléctricas
destruyen el ecosistema de un río de igual forma que las grandes represas."
Además, a la población se le niega el acceso a los ríos. Por lo tanto, está
restringiendo del suministro de agua potable y ni siquiera la población es
beneficiaria de la electricidad generada, continuó Fernández. La electricidad
se usa principalmente los lugares industriales del norte del país y en los
proyectos mineros. A nivel regional, los caudalosos ríos hondureños son de gran
interés para Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC). La ruta energética se
extiende desde México hasta Panamá y es la sucesora del tan criticado Plan
Puebla Panamá. Los gobiernos esperan que esto permita la creación de más zonas
de producción.